Hacía una eternidad que la última de las infinitudes se había contraído hasta desaparecer en si misma. Ni seres, ni soles, ni universos, nada existía desde hacía una eternidad.
Dios pensó durante otra breve eternidad que lo echaba de menos y empezó a trabajar la nada para que nacieran nuevas infinitudes en las que recrearse durante apenas un no instante de la eternidad. Si pudiera crear algo eterno… tal vez si se lo pidiera al Supremo, al Inalcanzable.