Habían pasado
ya millones de años, los ángeles envejecían, los soles se enfriaban y el
universo aspiraba a resumirse. En el interior de su morada de piedra la
calavera, íntimamente, seguía sonriendo.
Fui mirando el mundo desde las distintas caras del poliedro y en cada una veía la historia de una forma diferente
No hay comentarios:
Publicar un comentario