Sintió, más que percibió, una perturbación en
su entorno. En principio de una forma sutil, pero inmediatamente el mundo
entero se conmovió a su alrededor y se vio empujado por una fuerza telúrica y
primigenia a traspasar un umbral que no deseaba. Ni con todas sus fuerzas
conseguía evitar que el empuje brutal lo arrastrara a su través. Finalmente
exhausto por la lucha, vencido, percibió un golpe enérgico. Derrotado y sucio
lloró desesperdamente la pérdida de su casa, de su vida, de todo cuanto
conocía.
Cuando al fin consiguió abrir los ojos unas
grandes manos depositaban su cuerpo, sucio y desnudo, sobre el vientre aun
convulso de su, ahora ya, madre.
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