viernes, 28 de septiembre de 2012

Un Instante Tarde (05-2011)


Se acababan de ir. Aún en nuestras retinas se reflejan sus últimos movimientos, tan reciente es su marcha. Pero al fin se han ido, un instante más tarde de lo que hubiera sido conveniente, claro que ya en el mismo momento de llegar era un instante más tarde de lo conveniente para que se fueran.

En los ojos transeúntes que contemplan el paisaje se mutan sus imágenes por las de la absoluta desolación que han dejado a su paso. No es un entorno árido en el sentido de desierto o de páramo, es una inabarcable sucesión de huellas de maltrato, de descuido, de desidia y desinterés, una interminable concatenación de pisadas y aplastamientos allí donde han habitado.

Nosotros, los fantasmas encarnados en piltrafas, miserables y cobardes, asistimos impertérritos a su llegada, sufrimos cobardes su convivencia y contemplamos escondidos su partida. Ninguno de nosotros osó jamás hacer demostración de nuestro rechazo. Ni siquiera se atrevió a pensarlo.

Solo ahora que ya han partido y nuestros miserables cuerpos vuelven a la vida, deambulando entre el recuerdo de lo que fue y ya no es, nos atrevemos a marcar con la mano los contornos de lo que había sido, a mover los ojos siguiendo unas líneas que ni el tiempo ya recuerda.

Nuestra cosecha de miedos, de desistimientos y renuncias será la más abundante que ningún ser vivo recuerde. Y lo peor de todo es que sabemos que una vez que volvamos a recuperar el color y la vida volverán para arrebatárnoslo y cobardemente asistiremos a su llegada, escondidos de nosotros mismos y pensando que llegaron un instante más tarde del instante en que deberían de haberse ido, pero sin decirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario