Lucifer se pasó la mano por los cabellos, una vez más. Era ya, desde el día de la derrota, un gesto automático, una forma de intentar apartar de sí el recuerdo de los errores cometidos. Después miró, intentando que sus ojos penetraran en el frío y la negrura que le rodeaban, hacia el resto de la estancia. Consiguió finalmente entrever los rostros de sus vecinos de encierro, de sufrimiento, rostros de derrota.
Una vez más, otra vez, su mente se giró indisciplinadamente al momento crucial de la batalla. No conseguía saber cual fue el fallo. ¿Cómo pudieron consentir que Miguel, al frente de su ejercito de soberbios e inconscientes tomaran bajo su control el principio generador? ¿Cómo no se dio cuenta de la traición que Gabriel preparaba?.
La guerra terminó en ese mismo momento. No hubo oportunidad de pelear más. No hubo oportunidad ni habría tenido sentido prolongar una situación que ya no tenía salida. Ahora quedaban largos eones en los que los valores principales serían la sumisión y la culpa, tal como Miguel había preconizado durante toda su existencia.
Miguel impondría a toda la existencia sus condiciones, sus sueños de grandeza. Solo él podía ser considerado como el mayor de los segundos, el paladín de la creación. La sonrisa de la soberbia.
Pobres seres planetarios, última creación del principio generador antes de ser secuestrado y anulado. Se les había diseñado para ser simples, libres y felices, y casi no habían tenido oportunidad de tomar consciencia de su entorno. Ellos serían, con toda seguridad, las mayores víctimas de Miguel. Serían, sin ninguna opción para evitarlo, los vasallos perfectos.
Lucifer se pasó la mano por los cabellos, una vez más. Tal vez el punto débil de Miguel estuviese en ellos. Que alguien se compadeciese de esos pobres seres y les contase la historia de su creación y el destino para el que habían nacido. O que la culpa arrastrada a lo largo de su existencia los hiciera insensibles a ella y se revelaran. Sueños, posibilidades. Lucifer se pasó, una vez mas, la mano por sus cabellos. La espera sería, incluso para él, larga.
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