domingo, 9 de septiembre de 2012

El Mundo de los Cuentos (08-2010)


El soldadito de plomo llegó a casa a la hora acostumbrada, se quitó su pierna ortopédica, se cambió de ropa y se dirigió a la cocina, donde la bailarina de trapo trajinaba para preparar la cena.

-        La editorial está revuelta. –dijo a modo de saludo- He hablado con los tres cerditos, con el hada madrina y algunos otros y se ha convocado una reunión de personajes tradicionales para mañana. Según ellos la situación es insostenible.
-        La verdad es que todo lo que está pasando es desconcertante. –dijo la bailarina volviéndose y depositando un beso breve y cariñoso sobre los labios metálicos del soldadito- Hoy en el mercado no me ha saludado ningún niño. Uno se me quedó mirando y le preguntó a su madre por que iba vestida de una forma tan antigua. Lo único que hizo la madre fue regañarle por hablar tan alto. Yo creo que ella tampoco estaba segura de quien era yo.
-        Si, tal vez sea cierto que la situación está tan mal como ellos piensan.
-    ¿Prefieres las acelgas con rustrido o con aceite?-Preguntó la bailarina volviéndose hacia los cacharros que estaban en la lumbre- Mañana te acompaño a la reunión. Tengo ganas de cantarles las cuarenta a ciertos personajillos, que no son precisamente de cuento, que seguro que también asistirán.

El soldadito caminó, ayudado por la muleta que usaba en casa para desplazarse, hasta el salón y puso la televisión. Un gran cuadro cuyo tema era el barco de papel presidía la pared principal, y en la estantería destacaba un tomo de una lujosa y antigua edición del cuento de “El Soldadito de Plomo”.

-       Me han asegurado que también van a venir algunos dibujos animados clásicos. De la Warner y la Disney creo. Las versiones españolas.-Gritó el soldadito a través del pasillo para que su voz alcanzara la cocina, donde la bailarina aún trasteaba.
-       Si, me ha llamado Heidi hace un rato y me ha dicho que ella, como tiene algo de mano en los dos colectivos, ha estado haciendo gestiones con Bugs y el Tio Gilito para que se unan a la causa.-  Su voz fue subiendo de volumen mientras se acercaba por el pasillo cargada con la cena en una bandeja.- Excluidos terminantemente los japoneses claro, aunque a ella eso le toque de alguna manera. Vamos a la mesa que la cena está lista. Parece ser que el escándalo de la venta de la exclusiva de Chicho Terremoto subiendole las faldas a una de los Pokemon, es lo que ha soliviantado definitivamente  a todo el mundo.
-        Si, eso y el Top less de otra japonesa bañandose en el lago de los cisnes, y los disparates de la abuela de Piolín con un soldado de plástico de una bolsa de veinte duros, y el escándalo sexual de otro de esos soldados, de la misma bolsa con una imitación barata de R3PO, que a su vez ya había dado que hablar con no se que otro muñecajo que tampoco recuerdo por que méritos era popular, y el aumento de pecho, y exhibición, de la réplica barata de la mariquita Pérez, y así podríamos estar hasta la próxima semana en que las revistas se inventen de la nada otros cuantos escándalos con otros cuantos personajes nuevos que nadie sabrá porque han llegado hasta sus hojas.
-        Si, eso es lo que enseñan ahora en el mundo, mierda y más mierda, cuanta más mejor. Vamos a acabar todos como las moscas, comiéndola para poder sobrevivir.

El soldadito cogió el mando a distancia y puso la televisión. Repasó con hastío los distintos canales y con un gesto de rabia apagó el aparato.

-        Eso es lo que podemos ver hoy, “Jornadas Mercurianas” en una, “Sorteo” en la otra, “El Primo Hermano”, en la de mas allá, “Corazón Electrónico”, en otra más, o si lo prefieres, y como gran diferencia, “Famosas, Famosillas y Otras Jetas” en la última, así podremos contarle a los niños en el próximo cuento como cierto personaje le pegaba a su ex-mujer. O con que Elegancia Rosina Ramirez se callaba las palizas que le daba un supuesto bailarín de caja de música...
-        Calla ya, anda, déjalo, se te está haciendo mala sangre y total para nada.
-     Para nada no, coño, estamos hablando de la educación de los niños. Nosotros enseñábamos valores. Nuestras historias hablaban de valores, a veces equivocados, otras acertados, pero nuestro fin no era la  popularidad, si no contar una historia, y que esa historia les calase dentro, les sirviese para algo.

Acabada la cena el soldadito se levantó de la mesa. Aunque su cara de plomo no era excesivamente expresiva, tenía claramente el ceño fruncido. La bailarina tomó la bandeja de la mesita auxiliar y la cargó con los platos, vasos y cubiertos que habían utilizado durante la cena, plegó el mantel y se dirigió con todo hacia la cocina.

-        Como no te calmes acabará sentándote mal la cena. Déjalo ya. ¿ Que te dijo el Maestro editor de la edición escolar de nuestro cuento? ¿La van a sacar ya?

Su voz se alejó al tiempo que el tintineo de cacharros y cubiertos que llevaba en la bandeja, pasillo adelante. Tambien se alejaba el cadencioso chancletear de sus zapatillas de casa.

“Ha engordado un poco”. Pensó el soldadito fijándose en la figura de la bailarina mientras caminaba. “Ya no tiene la figura, la gracilidad, la agilidad de hace algún tiempo. Doscientos años no pasan en balde, ni siquiera para un personaje de cuento. Y si no no hay mas que verme a mi, viejo, lleno de ralladuras y con el uniforme descolorido, He pasado de ser un juguete roto a ser un juguete viejo, y encima roto.”

La cabeza se le venció a un lado acunado por el ruido hogareño de los cacharros en la cocina.

“Ya solo importan el sexo, la violencia, el engaño. Hemos perdido la moral en algún lugar del camino. Si me tocara la primitiva, 1, 6 ....”

Un ligero resoplido marcó el punto en que los pensamientos atropellados del soldadito se hicieron sueño reivindicador.

Al cabo de un rato la bailarina volvió de la cocina. Había pasado por la habitación pequeña y, previsoramente cogió una manta ligera. Ya antes de llegar al salón sabiendo, de antemano, que encontraría al soldadito sentado en su sillón favorito, roncando, con el ceño fruncido.

Se acercó a él suavemente, le acomodó la muleta para evitar que durante el sueño se cayera y lo despertase con el golpe y lo tapó con la manta hasta la cintura, y las manos. A los personajes de metal les cuesta mucho entrar en calor y se enfrían con facilidad. Depositó, mentalmente, un beso en sus labios y con una sonrisa de satisfacción cotidiana se sentó a su lado, no demasiodo cerca para no despertarlo.

“Algún día volverán a llamarnos, soldadito. Algún día los niños volverán a querer ser niños y no caricaturas de adultos. Algún día hasta los mayores volverán a recordar que también son niños y volverán los días entre hojas. Podrás comparte un uniforme nuevo y saludar marcialmente a los niños por la calle. Ahora duerme mi buen soldadito. Ahora duerme para que la espera se haga corta.”

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